COMO UNA VUELTA A CASA

RESEÑA EN REVISTA POLVO, Por Leticia Martín.

Shea es profesora de italiano e intenta traducir El jardín de los Finzi-Contini, de Giorgio Bassani. Nada la desvela como encontrar las palabras correctas para trasladar el sentido exacto de un idioma al otro. Nada. Ni sus hijos, que atiende con esmero pero sin sobreactuación, ni el qué dirán, ni las miradas de las maestras o de las otras madres, ni la relación con su marido, ni siquiera lo que se espera de una mujer con hijos en una ciudad del interior del país, como San Miguel de Tucumán.

Shea aparece en mis lecturas mientras viajo a cerrar un postgrado en la ciudad vieja de Montevideo. Yo también podría entablar una relación intelectual con Shea. En esta realidad, o en la ficción. Podría estar representada en esa mujer de mediana edad, apenas insatisfecha e incapaz de entregarse a la rutina, que lee libros pero que nunca son todos los que querría leer, y que está convencida de que –si un día llega a leer los libros suficientes– su vida dará por fin un giro.

Shea está casada con Pipo y tiene dos hijos: Junior y Fernán. Los hijos de Shea juegan al Minecraft con otros chicos de otras partes del mundo, aunque ni siquiera se conozcan o apenas sepan sus nombres. Shea entabla una relación distante con la familia de David, compañero de aula de su hijo mayor, hijo, a su vez, de Fernando y Lila, una escritora con la que, eventualmente, Shea podría concebir una amistad.

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