Entrevista a María Lobo

Por Gabriela Guerra Rey, Revista Aquitania.

1. ¿Cómo surgió la escritura de San Miguel? ¿Qué hecho o contexto la motivó, si hubiera alguno? 

De todo lo que escribí, solo un cuento tuvo como punto de partida un hecho concreto. Fue el cuento “Un pequeño militante del PO”, que escribí frenéticamente después de la muerte de una persona muy querida. Todo lo demás que he escrito, incluida esta novela, no tiene ni un contexto ni un hecho real como punto de partida.

2. En el libro aparecen usos del lenguaje según las geografías, alguna discusión sobre el uso del “he sido”. ¿Qué denota de un lugar el modo en el que se habla?

Si hay algo en lo que no creo en esta vida es en las cosas que se dan por sentado, en las correspondencias. No creo que a una persona, por ejemplo, por el hecho de haber nacido en un determinado lugar, le corresponda ser de una determinada manera. No creo en esa idea de de que las cosas, de por sí, denoten algo. En la novela, esas referencias al uso del pretérito perfecto simple aparecen precisamente para señalar que el modo que una persona tiene de hablar no implica de por sí nada sobre esa persona. El pretérito perfecto simple no es una tonada: es una forma de tristeza. Decir que alguien tiene una tonada es estereotipar, es establecer sobre esa persona una serie de expectativas y de características que son construcciones arbitrarias. Tampoco los modos de hablar dicen nada, de por sí, de un lugar específico. No existen las tonadas. Señalar una tonada es creerse el centro de algo. Es colocarse en un adentro y ubicar al otro en un lugar que está afuera. Yo no creo en eso. Creo en las diferencias.

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