por Silvia Gallo.
Hola a todos y a todas. Quiero agradecer a quienes organizan este encuentro, y a mi amiga María Lobo por su invitación a compartir este momento tan hermoso, como es la presentación de un libro. Su cuarto libro de ficción: “El interior afuera”.
Para empezar quiero contarles que yo no provengo del campo de las letras, mi formación no es en el terreno de la literatura. Vengo de una tierra vecina. Mi campo de filiación es el Psicoanálisis, me dedico a la práctica clínica. Así que hoy estoy aquí, en tierra desacostumbrada.
Pero no voy a hablarles como psicoanalista. Voy a hablarles como amiga y lectora de María Lobo. Lo primero que quiero decir, es que el título del libro, “El interior afuera”, es un título poético, entre la cita y el enigma alude a lo que la novela cuenta.
La escritura de María Lobo tiene la potencia de lo visual. El lector empieza su tarea, e inevitablemente, el texto se translitera en imágenes. Esta novela tiene la particularidad de que entre la polifonía de voces que cuentan la historia, diferenciada de la voz de la narradora, aparece la voz clara de la autora que nos dice, “Esta es la historia que ha empezado por aquellos días. De la pileta a la montaña, sin ningún desvío. Con todo, es posible que una parte de las historias sea cierta. Como en cualquier historia se cuenta siempre lo que se puede contar. Lo que vemos, lo que está en la superficie.”
Me interesa situar dos cuestiones, una, la historia transcurre en esa geografía entre el agua y la tierra. En un litoral que de entrada nos invita a transformarnos en anfibios. La otra cuestión que quiero situar, es que la voz de la autora marca que la historia sólo puede ser contada a medias, por lo que se puede ver en la superficie. ¿Pero de qué superficie hablamos? ¿En qué superficie suceden las cosas? ¿En la superficie del agua, en la que Pali y Marcelo nadan como peces? ¿En de la superficie geográfica de la montaña? ¿Hablamos de la superficie del cuerpo? ¿De lo que sucede en el interior de la casa de Chelo? “Ese universo conocido dónde nadie parece dormir bien” y arroja a sus habitantes a la intemperie de “una casa sin paredes”.
¿La intemperie es adentro o es afuera? No podemos establecer dónde es interior y dónde es afuera. La novela nos posiciona en una geometría no euclidiana.
Cuenta la historia de amor entre Pali y Marcelo. Pali es hija de Rina, Marcelo es hijo de Chelo. Ambos padres viudos, deciden ensamblar sus familias, cuando sus hijos tienen once y diez años respectivamente.
“No es mi hermano”, le dice Pali a su amiga Magui, a poco de empezar la historia; en una escena que relata con sensibilidad y ternura el despertar sexual de ambas. Las dos amigas miran novelas preocupadas por aprender a besar; hacen algunos experimentos; hablan con la empleada. Deciden ensayar un beso entre ellas. Extraigo un fragmento del párrafo final del capítulo II, “Pali apagó la luz y se quedó frente al espejo, viéndose de cerca, en el rayo de luz. Abrió otra vez la canilla y otra vez se inclinó para tomar agua. Tenía el pelo suelto y un mechón de pelo se le fue a la cara; se lo acomodó detrás de la oreja, pero ya estaba mojado.” Así trabaja María Lobo el lenguaje, la mirada sutil, minuciosa de los detalles. El mechón de pelo mojado, es el gesto contundente, a través del cual nos cuenta, de que Pali, ya no es la misma después de esa experiencia. Y las palabras pero ya, de la frase, “pero ya estaba mojado”, están allí para subrayar ese momento de inflexión.
Cuando Pali y Marcelo llegan a la facultad, se enamoran, sin embargo, nos dice la voz de la narradora, ambos tienen vedado el plural.
La historia se va entretejiendo a partir de pequeños gestos, de actos cotidianos, el ritual de ir a nadar a la pileta del club, volver a la casa de Chelo en el piedemonte; jugar al TEG con los amigos; ir a la facultad; asistir a las asambleas universitarias.
Ir y volver desde el cerro a la ciudad. Son estos detalles sobre los que se va construyendo otra dimensión, la de la ficción literaria. Nada es lo que parece en el universo literario de María Lobo. La elección del juego del TEG, no es casual, hay allí una mirada acerca del mundo. De las luchas de poder. El TEG es parte de una geografía en la que podemos ver también, como se mueven los jugadores ante la posibilidad de posesión y dominio en sus relaciones con las cosas y con los otros en la vida diaria. La política de los hombres y de las cosas en la vida cotidiana.
La historia transcurre en San Miguel. Una ciudad capital, que es Tucumán y no es Tucumán, en constante tensión con la periferia.
A medida que se avanza en la historia, nos podemos preguntar, junto con la voz de la autora, Capital ¿es un concepto geográfico?
Una red de elementos, indican el carácter significante de la palabra. La casa del cerro situada en los suburbios empobrecidos de la ciudad. Marcelo quien muchas veces toma decisiones que van en contra de la montaña. Jacobo, el novio de Pali, de quien se dice en la novela que es medio judío, medio zurdo, quien marca a Pali con una concepción ideológica y política diferente al de la familia de la que ella proviene. Por él, Pali conoce el bosque de la memoria; la historia de la desaparición forzada de personas en la atroz dictadura del 76.
El amor, el deseo, la culpa, la dimensión política de los personajes cifrada en lo que dicen y en lo que callan, se juegan en la superficie discursiva de esta novela que hurga en los conflictos y las contradicciones de una familia de clase alta.
El interior afuera, está escrita con la música y la sensualidad del agua; pero los cortes, la respiración; los silencios, están marcados por la presencia irrenunciable de la montaña.
Los invito a transformarse en anfibios y a leerla.
Silvia Gallo
Texto leído en la presentación de El interior afuera,
en el Festival Internacional de Literatura de Tucumán
Tucumán, 26 de julio de 2018