Por Verónica Boix – La Agenda de Buenos Aires.
El agua como un espacio de protección. Un lugar ajeno a todos los mandatos donde Pali y Marcelo se sumergen para ser quienes quieren ser. No solo porque los dos son nadadores. En la segunda novela de la autora tucumana María Lobo cada personaje es mucho más que lo que aparenta. Las peores reglas son las que no están escritas.
Los dos chicos se vuelven medio hermanos cuando sus padres, ambos viudos, deciden convivir. Y como diría Hebe Uhart, toda historia tiene un “pero”, los dos se enamoran cuando llegan a la facultad y comienzan un romance secreto.
Muy rápido se anuncia la imposibilidad del amor, encarnada esta vez en el tabú del incesto que sobrevuela la historia. Leo está cada vez más atrapada en la red no escrita de las reglas de clase alta de un pueblo, que esta vez es el imaginario San Miguel. Un poco al estilo del Santa María de Onetti, el San Miguel de Lobo retrata las costumbres rígidas, la estratificación que es parte de tantas ciudades fuera de Buenos Aires.