Aguas cerradas: cuerpo, experiencia y escritura

Por Mercedes Alonso, Revista Anclajes.

Subacuática,  de  Melina  Pogorelsky; El  interior  afuera,  de  María Lobo,  y Sodio,  de  Jorge  Consiglio,  tres  novelas  sobre  nadadores escritas en diferentes regiones de la Argentina, replantean uno de los interrogantes clave de los estudios sobre regionalismo y sobre literaturas ligadas a la naturaleza: ¿cuál es la transformación que el agua ejerce en la materia de la escritura? La diferencia que introducen estas novelas es la transformación del medio; los cuerpos no se sumergen en las aguas abiertas de la geografía natural, sino en piletas de natación de grandes ciudades: Buenos Aires, San Miguel de Tucumán, Mar del Plata. Aguas cerradas, urbanizadas, sin vida propia: ni animal ni vegetal ni geológica. Sin embargo, como se lee en la novela de Lobo: “Nada más lejos de la quietud que el agua de una pileta que, a causa del movimiento humano,  se  revuelve”  (16).  Algo  pasa  con  la  materia:  el  agua  se  mueve  con  el cuerpo, que a su vez se mueve en y con el agua. ¿Qué pasa con la escritura, el tercer elemento material involucrado en la experiencia?

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